El papel arrugado





Mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi consejero, quien me vio dando excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.
Y entonces me dijo:

- Toma el papel y arrúgalo.

Asombrado, obedecí e hice una bola  con él papel.

Luego me dijo:

- Ahora déjalo como estaba antes.

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas.

Entonces mi consejero hablo:

-“El corazón de las personas es como ese papel.  La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentemos enmendar el error,  ya estará  “marcado”.  Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos.  Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado.  Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones. Desde hoy,
se más compresivo y más paciente. Cuando sientas ganas de estallar recuerda: el papel arrugado.


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Vivir como las flores





- Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas. Sufro con aquellas que calumnian.

- Pues, ¡Viva como las flores!- Advirtió el maestro.

- ¿Como es vivir como las flores?- Preguntó el discípulo.

- Ponga atención a esas flores – Continuó el  maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. - Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra macule la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con sus propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás lo incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no suyos. Si no son suyos, no hay motivo para molestarse. Ejercite, pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera. Esto es vivir como las flores.


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El canto del grillo




Un indio que vivía en una reserva fue a una ciudad cercana a visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja amistad. Una ciudad grande, llena de coches, de ruidos, de multitud de personas apresuradas, era algo nuevo y desconcertante para el indio.

Iban los dos paseando por la calle cuando, de repente, el piel roja tiró a su amigo de la manga y le dijo:

—¡Párate un momento! ¿Oyes? ¡Escucho el canto de un grillo!

—¿Que oyes un grillo? —el hombre blanco aguzó el oído. Después, sacudió la cabeza—. Yo lo único que oigo es el ruido del tráfico. Me parece que estás en un error, amigo, aquí no hay grillos... y, en el caso de que los hubiese, sería imposible escucharlos en medio de este estruendo.

Pero el indio avanzó unos pasos, quedándose parado ante la pared de una casa donde había una vid silvestre... ¡Allí estaba el grillo! Su amigo afirmó con la cabeza, a la vez que decía:

—Está claro que sólo tú podrías oír al grillo. Tú eres indio, y los indios tienen el oído más desarrollado que los blancos.

—No estoy de acuerdo con eso —respondió el indio—. Atiende, que te voy a demostrar algo.

Metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda, y la dejó caer sobre la acera. Al oír su tintineo cuando chocó con el asfalto, todas las personas en varios metros a la redonda se volvieron, mirando a todos lados. El indio recogió la moneda, a la vez que decía:

—Nuestro oído no es mejor que el de ustedes. Simplemente, cada uno oye bien sólo aquello a lo que le da importancia.


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La lección del águila






El Águila es una de las aves de mayor longevidad: llega a vivir 70 años. Pero para alcanzar esa edad, a los cuarenta debe tomar una gran decisión. 

En ese momento sus uñas están apretadas y flexibles, por lo cual no puede capturar sus presas. El pico largo y puntiagudo, se curva apuntando hacia el pecho. Las alas envejecidas y las plumas engrosadas, ya no son aptas para volar. 

Tiene dos alternativas : Morir, o enfrentar un proceso muy doloroso de renovación que dura 150 días. Debe volar hacia lo alto de la montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga necesidad de volar, donde pueda conseguir alimento, pequeños roedores y lagartijas.

En ese lugar el Águila comienza a desprenderse el pico, deberá esperar el crecimiento de uno nuevo, con el se desprenderá cada una de sus uñas, al salir estas desprenderá sus plumas. Después de 5 meses emprenderá su vuelo de renovación y vivirá 30 años más.

A lo largo de la vida, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación. Para emprender un nuevo vuelo de victoria, desprendernos de viejas costumbres, tradiciones, recuerdos que nos causaron algún dolor. Solamente libre del peso del pasado podemos avanzar.

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El maestro y el alacrán



Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. 


Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, el animal cayó agua y de nuevo comenzó a ahogarse. Nuevamente el maestro intentó sacarlo, y otra vez el alacrán lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: 

-Perdone, pero usted es terco. ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará? 

El maestro respondió:

-La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía que es ayudar. 

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al  animalito del agua y le salvó la vida. 

No dejes que tu naturaleza cambie sólo porque alguien te ha hecho daño. Sólo toma las debidas precauciones.


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