La ciudad era muy oscura en las noches sin luna .En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:
- ¿Qué haces Guno, con una lámpara en la mano? Si tú no ves…
- No sólo es importante la luz que me sirve a mí mismo, también la que yo uso para que otros puedan servirse de ella. Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí…
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil. Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás a través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento…
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