Más que una "sesión de fotos", fue un verdadero encuentro con la naturaleza, la oportunidad de descubrir un rincón bucólico, prácticamente ignoto y oculto en la ciudad, dejarse transportar por la magia de sus rincones y llenarse de un silencio profundamente inspirador... Mi agradecimiento a la Familia Nores (Quinta Santa Isabel) por abrir generosamente sus puertas y a Ana María Traversaro por plasmar en las fotos la belleza del lugar.
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